martes, 30 de diciembre de 2014

El curso trazado en muerte

“Se supone y sería una ruta más corta, 
de haber sabido que no era conocida, jamás la habría tomado.”
El viaje sería corto y saldríamos sin contratiempos, en el mapa me habían trazado una ruta nueva, pero nunca me advirtieron de lo que podría pasar en ella. Con confianza decidí aventurarme por ella; preparé todo lo necesario para salir y di marcha al barco.
Me sentía feliz, sentir la brisa del mar en mi piel hacia que mis pensamientos se calmaran, al igual que una melodía siendo tocada por un buen músico, simplemente era una sensación inigualable. Todo era tranquilo, de hecho consideré ese viaje como un buen calmante. Ya llegada la tarde todo seguía igual, excepto por unas densas nubes que se veían a lo lejos, según la dirección del viento y nuestro curso, no pasaríamos por ellas. Debí haber tomado precauciones.
Ya entrada la noche comenzó un bravío viento y una gran tormenta se aproximaba, si, eran esas horribles nubes, que se supone, no pasaríamos por ellas… sabía que un horrible final sería el único que nos podría esperar en las garras del embravecido mar. Las olas comenzaban a acrecentar, toda esa calma que era hace apenas unas horas, se había convertido en una gran pesadilla. El barco no resistiría más, si no pensaba algo, pronto nos hundiríamos… fue en ese instante cuando logré divisar algo a la lejanía, creía al principio que era solo mi imaginación jugándome una broma debido a la situación, pero a medida que el barco avanzaba; era claro, una isla estaba a poca distancia de nuestra posición. ¿Sería esa nuestra salvación? Me pregunté con suspicacia. Maniobre con increíble destreza para poder llegar a salvo, la lucha fue dura, pero pude acercarme a salvo con toda la tripulación a la isla, a ese lugar que sería nuestro breve descanso. Solo hubo algo que captó mi atención, a medida que nos aproximábamos a la isla, una densa niebla fue cubriendo nuestro entorno, lo cual no era lógico ya que hace un momento no estaba allí, no obstante la tormenta fue decreciendo gradualmente, pero en fin, no le tomé mayor importancia, solo me importaba tocar tierra. A medida que avanzábamos la niebla se hacía cada vez más densa, he aquí me encontré con otro problema, sabía en qué dirección estaba la isla, mas no sabía por dónde navegaba; me dieron aviso de que había rocas. Traté hasta lo imposible por seguir con cautela, pero eran demasiadas rocas, sabía muy en mi inconsciente que no lo lograríamos. Así fue como en un pequeño descuido, casi imperceptible, el barco colisionó con una gran roca; estaba perdido nuestro navío.

La única opción que teníamos era abandonar el lugar y nadar, faltaba muy poco para alcanzar el borde de la isla. No se perdió ninguna vida, pero ¿en qué regresaríamos? Esa era nuestra cuestión ahora. Habíamos salvado muy pocas cosas de nuestro navío, desde ese momento todo sería cuestión de supervivencia. Una idea muy disparatada surgió de uno de los tripulantes, podríamos construir una pequeña balsa lo suficientemente grande como para cinco personas, lo disparatado de la idea era que estábamos realmente lejos de cualquier destino que fuera habitable, y sin provisiones sería imposible llegar vivos; aún así ¿qué otra opción teníamos? Optamos por construirla. Una vez ya terminada decidimos que iríamos los más hábiles para navegar… emprendido el viaje remamos lejos de esa isla, nos distanciábamos poco a poco de ella.      Allí estaba otra vez, esa densa niebla, esa cegadora naturaleza; remamos hasta el cansancio, pero por más que lo hicimos al parecer no avanzábamos, nunca vi que pasáramos nuestro navío…
Me emocioné cuando a lo lejos pude ver que había algo, algo como una pequeña porción de tierra, pero era imposible, lo más cercano estaba a muchísimos días. A medida que nos acercamos no lo podía creer, era la misma isla de la cuál habíamos partido. Mi asombro era increíble, estaba perplejo, al llegar buscamos a las personas que habíamos dejado, para nuestro asombro no encontramos a nadie, creímos que habían escapado hasta que alguien tropezó, al ver que fue se dio cuenta que eran huesos. Así es, eran las personas que habíamos dejado. Sus huesos sin carne yacían sobre la arena semienterrados. Nuestra consternación era infinita sin duda estábamos perplejos. Caían lágrimas y el llanto de desesperación era increíble, teníamos miedo y los gritos de maldiciones se escuchaban mezclados con angustia. No sabíamos cómo salir de allí, era imposible, no importaba cuanto lo intentáramos siempre terminábamos en el mismo lugar.
No había escapatoria, moriríamos por inanición o terminaríamos matando entre nosotros, sea cual fuera nuestro fin, no dejaba de contemplar el mapa, ese mapa, esa ruta que había causado nuestra perdición, ese triángulo trazado dentro de nuestra ruta, ahora entendía porque tenía un mal presentimiento respecto a esa nueva ruta. Me lamento hasta la muerte el no haber hecho algo más, el no haber tomado otro curso.
No hay escapatoria, no hay salvación, solo un mapa y una isla que fue nuestra perdición.

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